Quizás recuerdes la hora de la comida como algo desagradable. No entendías muy bien el por qué, pero tu forma de comer no gustaba, y no solo eso, generaba en tu familia un sentimiento entre enfado y preocupación.
Es por ello que te llevaban de médico en médico a ver qué te pasaba. ¿No le puedes recetar un jarabe para abrirle el apetito o unas vitaminas? Y los médicos les decían que eras una niña sana, pero tú ya empezabas a sentir que algo en ti no estaba bien.
¿Qué era lo que pasaba entonces?
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