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¿Por qué no le das a tus peques…?

De alimentación todo el mundo entiende (porque la gente come a diario y eso a uno le convierte en experto). Y de cuestiones de crianza todo el mundo opina (sin que se haya pedido opinión). Imaginaos el atrevimiento que supone mezclar los dos conceptos: educación alimentaria de en la infancia ¡Sálvese quien pueda!

Da igual que sea una opinión emitida por un  profesional en la materia,  da igual que se haga de forma altruista por el bien público, que se pongan enlaces a las fuentes consultadas para emitir la recomendación o que se mida cada palabra que se escribe, el resultado es el mismo: se despiertan todo tipo de sensibilidades.

Le he dado muchas vueltas al tema y todavía no entiendo al 100% el porqué de este tipo de reacciones, aunque supongo que es porque la crianza de por sí genera muchas inseguridades (si lo estaré haciendo bien o no), y se acentúa especialmente en personas ya de por sí inseguras. Aunque esto es solo mi teoría, agradecería opiniones de profesionales de la materia al respecto que me ayuden a clarificar este asunto.

Os pongo un ejemplo para que entendáis a qué me refiero:

Si alguna persona con formación sanitaria escribe un artículo hablando de los beneficios de la lactancia materna (en su labor de promover la salud pública basándose en las evidencias científicas actuales y con toda la buena voluntad del mundo) automáticamente salen en los comentarios tropecientas familias enfadadas que han dado a sus bebés el biberón, cuando en el post no se juzgan los motivos por los que una madre no le de el pecho a su bebé y solo se informa de los beneficios de la lactancia materna para ayudar a tomar decisiones más conscientes. Sería algo así como si en un blog de neumología se escribiese un artículo sobre los perjuicios de fumar y saliesen personas fumadoras aludidas diciendo que por un pitillo de tanto en tanto no pasa nada o se ha fumado toda la vida y no ha pasado nada o yo conozco a un señor que murió  a los 99 años y fumaba como un carretero o conozco a una persona que murió de cáncer de pulmón y no fumaba…. No se está juzganda a las personas fumadoras por fumar, ni entrando a valorar porqué fuman o no, solo se está ofreciendo información de manera profesional para que se tomen decisiones informadas y así poder ayudar a la gente a la que esta información no se encuentra a su alcance. Aunque este tipo de comentarios en este campo no pasarían y supongo que es porque  todo el mundo a estas alturas (fume o no) tiene mayor o menor conciencia de que fumar es perjudicial para la salud, aunque fume.

Sin embargo, cuando se habla de alimentación no pasa lo mismo que en otros campos porque no todo el mundo es consciente de las consecuencias a medio y largo plazo de unos malos hábitos alimentarios. Especialmente no tienen conciencia aquellas personas que no han sufrido problemas de salud (o no las han sufrido de cerca) derivadas de unos inadecuados hábitos alimentarios. Cuando los problemas no se manifiestan de inmediato, sino a largo plazo, parece que ya no somos capaces de ver el riesgo. Me comentaba lo mismo una amiga psicóloga sobre la relación de ciertas malas prácticas de personas adultas en la crianza y su posterior repercusión en la edad adulta. Me decía que la mayoría de familias utilizaban el mismo argumento cuando se les intentaba explicar las consecuencias a largo plazo de ciertas conductas en la crianza: “pues siempre se ha hecho así y no ha pasado nada” a la vez que me explicaba que somos el primer país del mundo en consumo de ansiolíticos y antidepresivos.

Pues bien, el caso que quiero comentar es que muchas familias que acuden a consulta porque sus peques tiene algún problema de salud o cuando son las personas adultas las que lo tienen, se encuentran siempre con la misma situación. A raíz de sus problemas han tenido que modificar su alimentación, aprender a comer mejor y enfrentarse a las dificultades que el proceso requiere. No es un proceso rápido el cambiar la forma de cocinar, de comprar y de comer. La mayoría se quejan de que no le hayan enseñado a comer bien, de que no se enseñen ciertas cosas ya desde los coles, de la falta de regulación en algunos aspectos y de que no quieren que sus peques pasen por lo mismo, por lo que con van a intentar hacerlo de otra forma esta vez para no reproducir patrones. Hay otras familias que ya de por sí están concienciadas aunque no hayan tenido ningún problema y deciden que van a intentar llevar una educación alimentaria con sus peques porque consideran que es lo mejor para ellos después de haberse informado. Y ahí empieza la odisea.

¿Qué creéis que se encuentran estas familias? ¿El apoyo del entorno? Pues todo lo contrario, desgraciadamente. Todo son trabas sociales y prejuicios.

Escribí hace tiempo un post en mi página de Facebook donde trataba el tema:

Imaginénomos que hay varios familias sentadas en un parque mirando cómo juegan sus peques y que de repente alguien ofrece de merendar a su peque unas magdalenas rellenas de chocolate. Sería una falta de respeto que otra persona se le acercara y le dijese: “¿Por qué le das a tu hija bollería para merendar?” porque nadie ha pedido opinión. Parece que en ese caso se ve bastante claro que no sería respetuoso hacer algo así. Pero… ¿qué ocurre en la situación contraria? Pongamos otro ejemplo:

Imaginémonos que dejamos a nuestro retoño a dormir en otra casa y nos preguntan: “¿Qué le doy de merendar? ¿Un sándwich de nutella, un petit suisse?” a lo que se le contesta: “No, mejor ofrécele varias frutas a ver cuál quiere, que es lo que suele merendar”. “¿No come nutella ni petit suisse?” Como la persona ha preguntado, se le intenta explicar los motivos por los que su familia no le ha ofrecido hasta ahora esos alimentos y entonces, es cuándo se percibe que el interés real de la pregunta no es saber o comprender el motivo y se  suelen responder frases tipo: “Por un poquito no pasa nada”, “Hay que comer de todo con moderación” o “Siempre se ha comido así y nunca ha pasado nada”, “Pobre, cómo le vas a privar de esas cosas” …

Si no le preguntamos a una persona por qué le da bollería para merendar a su peque, por qué sí lo hacemos a uno que no lo hace? ¿No se merece el mismo respeto? Que ni siquiera se pide comprensión, simplemente respeto. ¿Es nuestra la inseguridad propia de no estar haciéndolo bien la que habla en realidad?

Sabemos que cuando una persona le ofrece un alimento X… a un peque, no lo hace por fastidiarle, sino que lo hace como “muestra de cariño”, ya que nos han enseñado desde la más tierna infancia que este tipo de cosas son “premios”. Pero aunque la intención sea buena, es un mal hábito porque acaban asociando este tipo de productos a emociones agradables y  en la edad adulta seguimos buscando esos “premios” cuando  sentimos una emoción desagradable… buscando algo que nos reconforte.

Si queremos mostrarles afecto , es tan sencillo como eso, darle cariño… No ganárselo con comida. Y si alguien decide no hacerlo así, es porque como persona adulta conoce las consecuencias que traen estos hábitos y ha decidido hacerlo mejor en la medida de sus posibilidades y conocimientos en ese momento ¿Y eso es respetable, no?

“Por un poquito no pasa nada”

Según el estudio enKid, realizado en España (Aranceta y cols.,2002):

El 96,4% de la población infantil consume normalmente productos de bollería y galletas, con una frecuencia media de 7 raciones/semana

El 88,2% de la población infantil consume habitualmente aperitivos y tentempiés salados (2,7 raciones/semana)

El 99,4% suele incluir en su dieta dulces y golosinas, con una frecuencia media de 4 raciones/día

El 92,6% tienen el hábito de beber refrescos, con una frecuencia de 6,3 raciones/semana

Si sumamos el hábito de tomar bollería y galletas, snacks salados, dulces y golosinas y refrescos sumamos un consumo medio de 6,3 raciones al día

¿De verdad pensamos que es solo un poquito lo que toman? Eso sería lo que hacían nuestros antepasados en la infancia, pero no lo que se hace a día de hoy. Hoy en día, un peque de 8 años ya se ha ingerido más azúcar que sus abuelos y abuelas en toda su vida.

No podemos tener a nuestros peques aislados del entorno que les rodea, pero sí podemos no contribuir a incrementar el problema, no teniendo este tipo de cosas en casa como rutina, ni comiéndolas, ni ofreciéndoselas sin que las hayan pedido, porque comer, ya las van a comer aunque no les hayamos iniciado en el hábito.

Veamos un ejemplo de la dieta habitual en la primera infancia:

Desayuno: Cacao en polvo azucarado + galletas/cereales azucarados/bollería o respostería

Media Mañana en el cole: pan de molde blanco con embutido/galletas/bollería/yogur azucarado…

Postre de la comida: flan/natillas/yogur azucarado

Merienda: galletas/bollería/chuches o gusanitos/zumo…

Cena: Carnes procesadas como salchichas, hamburguesas o embutidos o precocinados como pizzas, san jabocobos…

¿Os parece que solo comen un poquito de estas cosas? La realidad es que de lo que solo comen un poquito es justamente de lo que sí deberían comer con más frecuencia (frutas, verduras y hortalizas, legumbres, frutos secos…).

Si no vemos la realidad, no podemos cambiarla.

“Hay que comer de todo con moderación”

anuncio comida basura

El mensaje de la moderación es totalmente ambiguo e intencionado por parte de la industria alimentaria. Cada vez que se publicita un producto con peor perfil nutricional, a su vez se lanza el mensaje de la moderación y nos agarramos a ese mensaje para justificar su consumo.

¿Y qué es un consumo moderado? ¿Un poquito cada día? ¿Un poquito cada semana? ¿Un poquito de cada uno de esto productos al día o a la semana? Cada persona lo interpretará a su conveniencia. Habrá quien interprete: “hoy desayuno galletas porque hace mucho que no las tomo para desayunar,  con la comida me tomo un refresco porque normalmente no los bebo y por la noche me tomo helado que no tomo desde el verano pasado y hoy he tenido un día muy duro ….” y considerará que es un consumo moderado porque normalmente no consume galletas, ni refrescos ni helados, pero ha incorporado tres productos de peor perfil nutricional en un mismo día.

Si metiésemos en el mismo saco a todos los productos altamente procesados  (bollería, dulces y galletas, golosinas, refrescos, snacks salados, cereales de desayuno azucarados, zumos, postres lácteos, precocinados, carnes procesadas…) y los comiésemos de forma esporádica y no a diario, sería un consumo  moderado, pero la realidad no es esa, ni siquiera se le parece. Nuestro consumo de estos alimentos dista mucho de ser moderado y a diario incluimos uno o más habitualmente varios alimentos de este grupo en nuestra alimentación y sobre todo en la alimentación de nuestros niños y niñas.

La industria alimentaria fue la pionera en “vender” el mensaje de que “hay que comer de todo con moderación” para publicitar sus peores productos nutricionalmente hablando y se ve que el mensaje ha calado hondo, desgraciadamente…

No hay que comer de todo con moderación. Hay alimentos que se recomienda comer a diario, varias veces al día, y hay alimentos que no necesitamos en nuestra alimentación cotidiana.

“Siempre se ha comido así y no ha pasado nada”

Antes de nada… ¿siempre se ha comido así? ¿Nuestros antepasados tenían en la despensa las cosas  que tenemos hoy en día? Nunca hemos tenido a nuestro alcance la disponibilidad de productos alimentarios que tenemos hoy en día. Y por otro lado… ¿nunca ha pasado nada?

Según el estudio Galinut  en Galicia, mi comunidad autónoma, la obesidad infantil se triplicó en los últimos cuarenta años, por poner un ejemplo. Y  según el estudio Aladino un 43% de los niños de 6 a 9 años  en España tiene un peso por encima de lo saludable (¡casi la mitad!) ¿Esto pasaba antes? Porque la genética no ha cambiado.

Actualmente en la infancia se están manifestando ya enfermedades que antes se diagnosticaban en la edad adulta. Ya no es infrecuente ver peques de 10 años con hipertensión o resistencia a la insulina, ni personas con diabetes tipo II con treinta años. ¿Esto pasaba antes con la misma frecuencia que ahora?

¿Y qué pasa si mi peque presenta delgadez?

Si por no tener mucha grasa corporal, pensamos que ya podemos descuidar su educación alimentaria, tenemos que trabajar en un cambio de mentalidad.Los hábitos alimentarios se adquieren en los primeros años de vida y se modifican muy poco en la edad adulta. Se trata de prevención. Si cuando sea más mayor manifiesta algún problema más o menos grave, ya estará habituado a una determinada manera de comer y le será muy difícil cambiar. Sabemos cómo están por fuera, pero no como están por dentro. Las principales enfermedades crónicas de la edad adulta, se empiezan a gestar en la infancia.

Pobre , cómo le vas a privar de esas cosas…

Si pensamos que si no les ofrecemos productos de peor perfil nutricional, o bien se los estamos prohibiendo o bien nunca los va a probar, es que no se ha entendido bien el concepto de “no ofrecer”.

No iniciarles en el consumo de ciertos productos que no conocen todavía o no ofrecérselos/comprárselos si no los han pedido no significa que se los estemos prohibiendo. Os pongo un ejemplo: ¿Quiere decir que si no le compramos/ofrecemos cerveza sin alcohol es porque se la estemos prohibiendo?

No ofrecer, no significa prohibir. No significa que si X alimento/producto ha llegado a sus manos por causas ajenas a nuestra voluntad y quiera probarlo, se lo vayamos a quitar. Y el caso es que estas situaciones son tremendamente frecuentes. Y son tremendamente frecuentes en mayor parte porque somos las personas adultas las que les iniciamos en el hábito. Cuando entramos a comprar en una tienda, una persona adulta le regala un caramelo, cuando vienen visitas a casa, una persona adulta le trae dulces, el día que se ha comido las verduras, una persona adulta le premia con el postre dulce, cuando está de cumpleaños en el cole, llega a casa con una bolsa de chuches que una persona adulta le ha comprado… Y esto pasa casi a diario, no ocasionalmente y siempre por nuestra responsabilidad. ¿Creemos realmente que si no le ofrecemos y no les iniciamos/propiciamos el consumo de estos productos no los van a comer nunca?

En el ambiente en el que vivimos (tal y como comentaba en este post y en este) todo está estructurado de tal forma que lo natural es no tener unos buenos hábitos y si no hacemos nada para intentar cambiarlo, nadie lo va a hacer por nosotros. La infancia es la etapa más vulnerable ante todo esto, ya que no tienen capacidad para entender toda la manipulación que hay detrás ni las consecuencias a largo plazo de los malos hábitos alimentarios, por eso hemos de serlas personas adultas, quienes les mostremos el camino a seguir.

Y por otro lado… ¿Pobres? ¿Nos da pena un peque que se alimenta a base de comida de mejor perfil nutricional y el que no nos da pena quien hace lo contrario?

Si una familia no le ofrece alimentos de peor perfil nutricional a sus peques, no le está perjudicando (salvo que se los prohíba).  Se está preocupando por su educación alimentaria, por ofrecerle unas raíces sólidas que le acompañarán en la edad adulta, por intentar evitar las consecuencias que ya se están produciendo por culpa cambio de alimentación infantil en los últimos años. Le está intentando enseñar que “lo normal” no es comer así.

Si alguien decide no hacerlo así aún teniendo toda la información en su mano y por convicción propia está en todo su derecho y puede hacer lo que quiera, por supuesto. Pero entonces, si uno tiene claro que está haciendo lo correcto, y está convencido de que “por un poquito no pasa nada”, que “hay que comer de todo con moderación”, que “siempre se ha comido así y nunca ha pasado nada” no debería sentir como una ofensa que otras familias hayan elegido otros caminos para educar, ¿no?

23 comentarios en «¿Por qué no le das a tus peques…?»

  1. Cuánta razón tienes… Y qué difícil es intentar que no coma galletas y cosas varias en el parque, ya que hay padres/madres que llevan para repartir y todo 🙁
    A veces me da la sensación que le hago más apetecible los dulces, pq siempre prefiere la merienda de los demás a lo que yo le llevo, ahora sabe que primero se tiene que comer lo suyo (fruta o bocata) y luego si le ofrecen puede comer, a veces ya no tiene más hambre, pero otras…
    Seguid así, divulgando sobre alimentación infantil a ver si va calando a más gente. Gracias

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    • Yo vengo de una reunión familiar con mis hijos y una vez más soy el bicho raro que no ha querido darles patatas fritas, gominolas y sándwich de nocilla….
      Y no solo soy la rara de la Alimentación encima me enfrentan a mis propios hijos que terminan diciéndome que ellos también quieren probar todas esas cosas.
      El problema es que nos pasa con la familia, con las amistades y hasta en el colegio.
      Hay días como hoy que me siento tan sola.

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      • Me pasa exactamente igual pero encima vivo con mis padres, intento que aprenda a comer correctamente y cada día le ofrecen dos y tres veces alguna comida basura y cuando les digo que por favor no se la ofrezcan más, soy yo la radical, la obsesionada con la nutrición, y me enfrentan a mi hija como si yo fuera la mala y el bicho raro.

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  2. Me ha encantado. Has escrito todo lo que pienso yo!! Ademas despues de leer un articulo de el mundo definiendo la alimentacion sana como Nutripolleces….enfin! Gracias, gracias y mil gracias. Es super importante ver que no estamos solos en esto

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  3. Lo de por un poquito no pasa nada, además de ser falso, esconde una realidad perversa. La certeza de que en algún momento, cuando la criatura pida más, habrá que frenar ese consumo, Ya has comido muchas gominolas (o lo que sea), no puedes comer más, estas las dejamos para mañana…
    En mis discusiones sobre este tema siempre digo lo mismo, es del género tonto generar una necesidad que no se tenía para, a continuación, limitar su disfrute.

    El otro día mi suegra, hablando de una de sus nietas, de 5 años. Cuando el doy un caramelo a Jimena siempre viene la pobre pidiéndome más. Y le doy otro, pero al rato vuelve y ya tengo que decirle que no… (todo esto narrado entre risas…).
    ME SACA DE QUICIO

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    • A mi mi madre y mi suegra me desafían constantemente ofreciéndoles mil guarreria a mis hijos y diciendo que les te go amargados por alimentarlos sano.
      Lo mejor es que una tiene un sobrepeso importante y la otra mil problemas de salud, pero aún así la rara soy yo.
      Con mis amigas me pasa igual, sus hijos viven enfermos todo el año pero el chorreo de lácteos, azúcar, bollería industrial, comida precocinada está a diario.

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  4. Suegras…mi niña tiene 7 meses y el otro día la dejé con la abuela. Al ir a buscarla le veo la camiseta manchada y pregunto que ha pasado. La abuela me contesta entre risas que le ha dado una galleta de chocolate para chupar…

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  5. Cuanta razón! Harta estoy ya del “pobre niña” y solo tiene 16 meses..pobre porque le encanta la fruta, la verdura o el pescado y nunca ha probado una chuche..pobre..

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  6. Mil gracias por el artículo. En mi caso, me ayuda mucho a reafirmarme en mi idea de seguir ofreciéndole a mí hijo de 20 meses comida de verdad y no productos.

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  7. Describe perfectamente la situación a la que nos enfrentamos a diario los padres que queremos darle a nuestros hijos una buena educación alimentaria y como nos vemos juzgados diariamente,

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  8. Yo todavía necesito contestaciones para dar a los adultos cuando me preguntan si le doy tal o cual a la niña sin que me salga la vena borde, pero es que no lo puedo evitar. Mi hija tiene 20 Meses y todavía mi cuñada no se entera de que no come azúcar. El otro día con motivo de una celebración: y para los peques hay chuches y tartas. Mi pareja: pues la niña no come dulces, así que te puedes ahorrar su parte.
    – Ah no? Entonces qué come…?
    😒

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  9. ¿Cómo esta eso de no prohibirle o no quitarle los dulces? Yo si lo hago con mi hijo de 30 meses, tal cual le quitó lo que considero no es sano para él, Justo considerando en eso de generarle la necesidad y luego medirlo

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  10. Gracias. Es lo único que puedo decir, por poner palabras a lo que muchas/os pensamos, y educadamente intentamos transmitir alrededor, estúpidamente, por supuesto, porque ir al revés de la sociedad parecen entenderlo como “en contra”, y no es así.

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  11. Muy interesante todo lo que desarrollas en este post. Esto de herir sensibilidades simplemente nombrando los hechos temo que va aparejado con la maternidad y la crianza. Pero bueno, hay que seguir trabajando con honestidad en la dirección que creemos adecuada, la que es mejor para nuestros hijos, para todos los niños. A mí me ayuda entender que a veces lo que habla es nuestra herida primaria, infantil, que nos hace sentirnos cuestionados y que nos faltan recursos para la autocrítica y la reflexión. Por eso, es imp0ortante seguir divulgando el mensaje y confiar en las semillas que se van plantando. Gracias por tu trabajo, lo compartiré en mi página de facebook.

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  12. Muchas gracias por tu artículo, cuantas verdades! Siempre que he creído que la gente que critica una alimentación sana es pq en el fondo les remueve la conciencia…
    Lo más divertido de todo es cuando te dicen: entonces, qué comen tus hijos? Pues comida señoras y señores, comida de verdad!😂

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  13. Es triste que tenga que dar mas explicaciones quien ofrece a sus hijos una alimentacion saludable que quien les da regularmente dulces, ultraprocesados y comida basura (perdon por la redundancia)

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    • Totalmente de acuerdo. De verdad que es el mundo al revés. La gente te cuestiona por alimentar sano a tus hijos pero si se te ocurre hacerlo a ti te tratan de loca.

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